Los clarines han vibrado.
El sonido flota en el ambiente. La señal está dada.
Si, ya está aquí. Instalados en la cuaresma, en este tiempo de penitencia que para nosotros es un cúmulo incesante de actividades, podemos decir que la Mayor Semana para los cristianos será realidad en menos de un mes.
Y para ello, el mejor estandarte, UN CARTEL
Un cartel que anuncia la hipérbole dentro de las hipérboles, la Semana Santa de Fusionadas.
Quiero manifestar mi más sincero agradecimiento a la Junta de Gobierno de estas Reales Cofradías por haber confiado en mí para presentar este acto. Sobre todo, porque tiene un especial significado, ya que la figura sobre la que gira este año el cartel es la Virgen de Lágrimas y Favores.
Y, además porque tengo que decir a boca llena que la elección del artista que nos ha cedido su pintura es un auténtico acierto.
Recuerdo en este momento los años de la clandestinidad, donde un grupo de ilusos nos reuníamos para crear castillos en el aire, castillos que poco a poco iban tomando forma, sin prisa y sin pausa y, como he reiterado en numerosas ocasiones a costa de ser repetido se plasma el poema de Kavafis, viaje a Ítaca, en el que se dice que lo más importante es el camino. Pero, además este camino ha variado de dirección en varias ocasiones, porque hemos sido testigos en primera persona de la explosión de esta Virgen, del creciente número de devotos y más recientemente de la aparición de una figura fundamental en nuestro devenir y en el de la Semana Santa, y no solo en Málaga pues su reconocimiento ha llegado antes desde fuera que desde la propia casa, se trata de la Fundación Lágrimas y Favores que focaliza su acción en fines absolutamente diferentes a los patrimoniales, los culturales, sociales y benéficos y que pretende blindar la Semana Santa ante tiempos menos halagüeños, constituyendo el mayor referente de lo que debe ser la Semana Santa del siglo XXI.
Que aplicables son aquí las palabras que nos regala Paulo Coelho.
“No juzgues cada día por la cosecha que recoges, sino por las semillas que plantas. Lo importante es estar en movimiento. Los resultados llegarán tarde o temprano.”
La semana santa para la cofradía, para las cofradías, es un auténtico torbellino de cultos, actos y trabajos que desembocan en los tres días más soñados, el Domingo de Ramos, el miércoles y el jueves santo, con la particularidad de que hay hermanos que cambian una túnica por otra como el que cambia de camisa.
Pronto, muy pronto, más de 1000 nazarenos, más de 1000 hombres de trono, 8 bandas. Todo este personal será puesto en la calle desde esta cofradía. Hablamos de la gestión de unos números superlativos.
Y mientras, un caos, centenares de hermanos que acuden a tallarse, a probarse una túnica que a menudo hay que cambiarla porque el nazareno ha crecido, y todo, en un espacio muy reducido en el que sí es verdad que el roce hace el cariño nos debemos querer mucho.
Estamos realmente esperanzados en que el próximo año, podamos realizar las tareas de cuaresma en la tan ansiada casa hermandad.
Si lo analizamos detenidamente, existen muchos paralelismos entre Lágrimas y nuestro pintor, Andrés Mérida.
El trabajo a pico y pala de Lágrimas año tras año para conseguir, con una paciencia infinita, un patrimonio a la altura de los mejores de esta ciudad, el estilo innovador, a veces transgresor que ha demostrado lágrimas estos años, concuerda perfectamente con la pintura de Andrés.
Pero Lágrimas, es más. Lágrimas es solidaridad, es generosidad, es cultura, es arte, es frescura, es entusiasmo y este pintor reúne estos sustantivos.
Es una inmensa alegría, que la cofradía haya optado por la excelencia, aunque se salga de lo habitual, de lo convencional, del marco clásico que adopta habitualmente nuestra semana santa. Y es que el barroco no está reñido con el surrealismo, con el garabato. Lo importante, lo sustancial, es la calidad y aquí hemos dado en la diana.
Nos encontramos ante un pintor andaluz por los cuatro costados, hecho que puede observarse simplemente al contemplar su obra, donde reinterpreta el costumbrismo español (flamenco, tauromaquia, religión) con su propio lenguaje estético.
Nacido en Algeciras, se traslada a Málaga con su familia, estableciendo su residencia en nuestra ciudad. Desde niño muestra inquietudes por la pintura, garabateaba sus cuadernos y libros de texto. Decide posteriormente, cursar estudios de Bellas Artes en Sevilla, pasando en dicha ciudad los años que dura su carrera y que le sirven, al mismo tiempo para afianzar sus aficiones taurinas.
El propio pintor se define como bebedor de las corrientes estéticas del 20, una mezcla entre surrealismo y expresionismo. Trascender de lo real, buscando lo irracional, el desequilibrio y la fuerza de los colores y las sombras.
El pintor se encuentra en continua evolución, busca caminos innovadores, explorando la mezcla de las técnicas tradicionales con la tecnología digital. Habiendo experimentado con diferentes materiales para realizar sus obras como pueden ser cenizas de tabaco. Esta claro que nuestro artista es todo menos convencional.
Este artista, amante de las tradiciones, de imaginación desbordante ha recorrido el mundo con su pintura, Asia, Europa, América y concretamente Nueva York en varias ocasiones. Llevando motivos de aquí, matizados por su particular prisma y adaptándolos al siglo XXI.
Es, el artista nómada, como figuraba en el título de una exposición que llevó a la Gran Manzana, conmemorando los treinta años de trayectoria pictórica. Tenemos ante nosotros a un artista en su plenitud, a uno de los mayores exponentes de la pintura nacional contemporánea y que tiene una de sus mayores fuentes de inspiración en Málaga, en ese rincón de los baños del Carmen donde la espuma del mar pone el mejor marco a la imagen de nuestra ciudad.
Andrés Mérida ha realizado numerosas exposiciones en España individuales y colectivas teniendo un curriculum pictórico de primera índole, pero, además, siempre está dispuesto a poner su pintura al servicio de los necesitados colaborando en obras benéficas, de ahí su paralelismo con lágrimas. Como dato anecdótico ha realizado la escenografía de la obra Sombras de nuestra querida Sara Baras. Su incursión en la semana santa es pequeña, limitándose a dos obras, la que anunció la salida de la Paloma en 2008 y la de Estudiantes en 2015, una cofradía que ha demostrado valentía en ese tipo de decisiones. Andrés tiene obra con motivos religiosos, entre ellas un cristo que permanece siempre en su estudio.
El artista posee un estilo inconfundible, ese que posibilita que una visualización rápida de su obra permita asignarla a él de forma inequívoca. Una pintura que alarga y estiliza en aras de la desazón o quizás de la espiritualidad. Figuras esbeltas buscando la verticalidad.
Y el color. Andrés es un mago del azul, ese azul del mediterráneo y del cielo de Málaga con que transmite tranquilidad y paz y consigue una gama de tonalidades con un sello característico del autor.
O que actúa, como diría el recientemente fallecido José Luis Cuerda, retorciendo la realidad. Porque en su lenguaje, entra el garabato, y el mismo se autodefine como un exponente del garabatismo. Esa sucesión de curvas entrelazadas buscando el movimiento, forman parte intrínseca de su obra.
Tengo la suerte, el privilegio, de tener una pequeña obra suya en mi casa y pronto, tendremos otra en las paredes de mi otra casa, la casa hermandad.
El difícil, el complicado mundo cofrade, cerrado habitualmente a lo que no representa los patrones dieciochescos va a incorporar una obra de arte donde el artista plasma sentimientos y funde en una pieza la simbología de nuestra hermandad.
El cuadro que da lugar al cartel ha tenido un proceso de fusión de técnicas, corroborando lo que antes citamos y que además encaja perfectamente con nuestras cofradías fusionadas.
En primer lugar, el artista pinta en el suelo sobre un lienzo. Esta primera obra es objeto de una foto y mediante técnicas digitales es impresa sobre un lienzo para finalmente ser rematado añadiendo nuevos componentes mediante pinturas acrílicas.